martes, 6 de enero de 2009

La Yerba Mate

La luna se moría de ganas de pisar la tierra. Quería probar las frutas y bañarse en algún río. Gracias a las nubes pudo bajar. Desde la puesta del sol hasta el alba las nubes cubrieron el cielo para que nadie advirtiera que la luna faltaba.
Fué una maravilla la noche en la tierra, la luna paseo por la selva del Alto Paraná, conoció misteriosos aromas y sabores y nado largamente en el río. Un viejo labrador la salvó dos veces. Cuando el Jaguar iba a clavar sus dientes en el cuello de la luna, el viejo degollo a la fiera con su cuchillo y cuando la luna tuvo hambre la llevó a su casa.
-Te ofrecemos nuestra pobreza - Dijo la mujer del labrador y le dió unas tortillas de maíz.
A la noche siguiente, desde el cielo, la luna se asomo a la casa de sus amigos. El viejo labrador había construido su choza en un claro de la selva, muy lejos de las aldeas y allí vivía como en un exilio con su mujer y su hija. La luna descubrió que en aquella casa no quedaba nada que comer, para ella habian sido las últimas tortillas de maíz. Entonces iluminó el lugar con la mejor de sus luces y pidió a las nubes que dejasen caer alrededor de la choza una llovizna muy especial.
Al amanecer en esa tierra habían brotado unos árboles desconocidos, entre el verde oscuro de las hojas, asomaban la flores blancas.
Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la Yerba Mate y anda por el mundo ofreciéndola a los demás. La yerba Mate despierta a los dormidos, corrige a los haraganes y hace hermanas a la gente que no se conoce.

Eduardo Galeano "Memoria del Fuego" (1982)

La historia en la voz del autor

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